viernes, 17 de marzo de 2017

El elefante encadenado

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe era también el animal preferido de otros niños. 

Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales...Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?".

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca...Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño".

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro...Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa, porque  pobre, cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. 

Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.

Hicimos entonces lo mismo que el elefante y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.

Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: "No puedo y nunca podré".

Esto es lo que te pasa, vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en ti, que no pudo.

Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!

La historia del tornillo

Había una vez un ingeniero que fue llamado a arreglar Una computadora muy grande y extremadamente compleja… una computadora que valía 12 millones de dólares. 

Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. 

Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. 

Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente. 

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto. 

-” ¿Cuánto le debo? “-preguntó. 

- “Son mil dólares, si me hace el favor.” 

- “¿Mil dólares? ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? 

- ¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada! 

- La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.” 

El ingeniero asintió con la cabeza y se fue. 

A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza procedió a pagarla en el acto, sin chistar. 

La factura decía: 

Detalle de servicios prestados 

1. Apretar un tornillo……………………………. 1 dólar 

2. Saber qué tornillo apretar……………… 999 dólares 

Vencidos por el miedo

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces... 

Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa".

Todos elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:

—"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"

Y le responde el rey:

—"Dime soldado".

—"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?".

—"Ve y mira tú mismo", respondió el rey.

El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abriera sobre un camino que conducía a la libertad.

El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía:

—"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que arriesgarse a abrir esta puerta".

¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgarnos?

¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

Buena voluntad

Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.

Se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda piedra. Algunos pasaron simplemente dando una vuelta. Muchos culparon al rey por no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para sacar la piedra del camino.

Un campesino, que pasaba por allí con una carga de verduras, la vio. Al aproximarse a ella, puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, con gran esfuerzo, lo logró.

Mientras recogía su carga de vegetales, vio una bolsa en el suelo, justo donde había estado la roca.

La bolsa contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey diciendo que el oro era la recompensa para la persona que removiera la piedra del camino.

El campesino aprendió ese día que cada obstáculo puede estar disfrazando una oportunidad.

Las galletas

Había una vez una señora que debía viajar en tren.

Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó, preparada para la espera.

Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: "No podrá ser tan caradura" mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco.

-¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: "¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!" De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto.

El árbol de las preocupaciones

Un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa, para ver cómo iban las obras.

Al final de la jornada, se dio cuenta de que el carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido varios contratiempos. Para completar el día de mala suerte, el coche también se negó a funcionar así que el empresario se ofreció para llevarle a casa.

El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enojado y preocupado por todos los contratiempos que había tenido a lo largo del día. Sin embargo, al llegar invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta, se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus ramas durante pocos minutos.

Cuando abrió la puerta y entró en la casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, este le preguntó:

- ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas enojado y preocupado y después de tocarlo eras otro hombre.

- Ese es el árbol de los problemas – le respondió el carpintero. – Soy consciente de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo pero no tengo por qué llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las preocupaciones y las recojo a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo.

Lo interesante es que cada mañana encuentro menos motivos para preocuparme que los que dejé el día antes. 

Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas de su vida.

Oír lo que no se oye

En el siglo III después de Cristo, el rey Ts'ao envió a su hijo, el príncipe T'ai, al templo a estudiar con el gran maestro Pan Ku. 

Debido a que el príncipe T'ai tenía que suceder a su padre como rey, Pan Ku tenía que enseñar al muchacho los principios fundamentales para ser un buen gobernante.

Cuando el príncipe llegó al templo, el maestro le envió solo al bosque de Min-Li, Al cabo de un año, el príncipe tenía que volver al templo para describir el sonido del bosque.

Cuando el príncipe T'ai volvió, Pan Ku le dijo que describiera todo lo que había podido oír. "Maestro -replicó el príncipe-, pude oír. a los cuclillos cantar, el ruido de las hojas, el zumbido de los colibríes, el chirrido de los grillos, el rumor de la hierba, el zumbido de las abejas y el susurro y el grito del viento". 

Cuando el príncipe terminó, el maestro le dijo que volviera al bosque de nuevo para escuchar qué más podía oír. El príncipe se quedó perplejo por la petición del maestro. ¿No había discernido ya todos los sonidos? Durante días y noches sin fin, el joven príncipe sentado a solas en el bosque escuchaba.

Pero no oía más sonidos nuevos. Una mañana, cuando el príncipe estaba sentado en silencio debajo de los árboles empezó a distinguir unos sonidos débiles diferentes de los que siempre había oído. Cuanto con más atención escuchaba, más claros los percibía. Una sensación de esclarecimiento envolvía al muchacho. "Estos deben de ser los sonidos que el maestro deseaba que distinguiera", reflexionó.

Cuando el príncipe T'ai volvió al templo, el maestro le preguntó si había oído algo más. "Maestro -respondió el príncipe reverentemente-, cuando escuché con más atención, pude oír  lo que no se oye. El sonido de las flores al abrirse, el sonido del sol calentando la tierra y el sonido de la hierba bebiendo el rocío de la mañana".

El maestro asintió con la cabeza aprobando. Oír  lo que no se oye -observó Pan Ku-, es una disciplina necesaria para ser un buen gobernante. Pues sólo cuando un gobernante ha aprendido a escuchar atentamente los corazones de las personas, a escuchar sus sentimientos no comunicados, las penas no expresadas y las quejas no proferidas, puede esperar inspirar confianza en su pueblo, comprender cuándo algo está mal y satisfacer las verdaderas necesidades de sus ciudadanos. 

La muerte de los estados llega cuando los líderes sólo escuchan las palabras superficiales y no entran profundamente en el alma de las personas para oír  sus verdaderas opiniones, sentimientos y deseos".

¡No te des por vencido!

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un "chivo expiatorio", para encubrir al culpable. 

El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El juez, también comprado, cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado:

"Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras 'culpable' e 'inocente'. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino".

Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: 'CULPABLE'. Y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. 

El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente. 

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon... "pero, ¿qué hizo...?, ¿y ahora...?, ¿cómo vamos a saber el veredicto...?" "Es muy sencillo, respondió el hombre... es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué". 

Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo...

Las tres rejas

El joven discípulo de un sabio filósofo llega a casa de éste y le dice:

-Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia... 

-¡Espera! lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? 

-¿Las tres rejas?

-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

-No. Lo oí comentar a unos vecinos.

-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

-No, en realidad no. Al contrario...

-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

-A decir verdad, no.

-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.

Las dos ranas

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.

Cuando vieron cuan hondo este era, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serian inútiles.

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se 
desplomo y murió. La otra rana continúo saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando. Pero la rana salto cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logro salir del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos". La rana les explico que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo. 

Moraleja
1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida con alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo al finalizar el día.

2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruir. Tengamos cuidado con lo que decimos.

3. Una persona especial es la que se da tiempo para animar a otros.

En la NASA, hay un poster muy lindo de una abeja, el cual dice así:

"Aerodinámicamente el cuerpo de una abeja no está hecho para volar, lo bueno es que la abeja no lo sabe"

Kilómetro extra

Una noche tormentosa hace los muchos años, un hombre mayor y su esposa entraron a la antecámara de un pequeño hotel en Filadelfia. 

Intentando conseguir resguardo de la copiosa lluvia; la pareja se aproxima al mostrador y pregunta: 

- ¿Puede darnos un cuarto? 
El empleado, un hombre atento con una cálida sonrisa les dijo: 

- Hay tres convenciones simultáneas en Filadelfia... Todos los cuartos, el de nuestro hotel y los otros están tomadas. 

El matrimonio se angustió pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo horroroso fuesen a conseguir dónde pasar la noche. 

Pero el empleado les dijo: 

- Miren...no puedo enviarlos afuera con esta lluvia, si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propio cuarto...yo me arreglaré en un sillón de la oficina. 

El matrimonio lo rechazó, pero el empleado insistió de buena gana y finalmente terminaron ocupando su cuarto. 

A la mañana siguiente, al pagar la factura el hombre pidió hablar con él y le dijo: 

- Usted es el tipo de Gerente que yo tendría en mi propio hotel... quizás algún día construya un hotel para devolverle el favor que nos ha hecho.

El conserje tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente. 

Pasaron dos años y el conserje recibe una carta del hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un pasaje ida y vuelta a New York con el pedido expreso de que los visitase. Con cierta curiosidad el conserje no desaprovechó esta oportunidad de visitar gratis New York y asistió a la cita. 

En esta ocasión el hombre mayor lo llevó a la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34 y señaló con el dedo un imponente edificio de piedra rojiza y le dijo:

- ¡¡Este es el Hotel que he construido para usted!!

El conserje miró anonadado y atinó a balbucear:

- ¿Usted me está haciendo una broma, verdad? 

- Puedo asegurarle que no...-le contestó con una sonrisa cómplice el hombre mayor. 

Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente de nombre George C. Boldt (el nombre del conserje en la noche lluviosa). 

Obviamente George C. Boldt nunca soñó que su vida estaba cambiando para siempre cuando hizo "su kilómetro extra" para atender al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa. 

No tenemos muchos "Waldorf Astor" en el mundo, pero un jefe satisfecho o un cliente sorprendido pueden equivaler a nuestro Waldorf-Astoria personal.

¡Cambia de estrategia!

Dicen que una vez, había un ciego sentado en un parque, con una gorra a sus pies y un cartel en el que, escrito con tiza blanca, decía: "POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO". 

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue. 

Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Ahora su gorra estaba llena de billetes y monedas. 

El ciego reconociendo sus pasos le preguntó si había sido él quien re-escribió su cartel y sobre todo, qué era lo que había escrito allí. 

El publicista le contestó: -"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".

Sonrió y siguió su camino. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía: "ESTAMOS EN PRIMAVERA, Y... YO NO PUEDO VERLA"

Moraleja:
Cambia de estrategia cuando algo no te sale, y verás que puede resultar mejor de esa manera.

La vasija

Un cargador de agua tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón. 
Cuando llegaba, la vasija rota sólo contenía la mitad del agua. 

Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines que fue creada. 

Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo podía hacer la mitad de lo que se suponía que era su obligación. 

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo. Porque debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir".

El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino." 

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a todo lo largo. Pero de todos modos se sintió apenada porque, al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. 

El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. 

Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. 

Si no fueras exactamente cómo eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza".

El corazón más hermoso

Un día un hombre joven se ubicó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él máculas ni rasguños. 

Sí, coincidió el gentío que era el corazón más hermoso de todos los conocidos. Admirado, el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar. 

De pronto, una persona señaló a un anciano y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es ni aproximadamente lindo comparado con el de ese hombre? Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices y hasta existían zonas donde partes del corazón habían sido reemplazadas por otras que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su contorno. 

También había lugares con huecos donde faltaban trozos profundos. Entonces todas las personas tuvieron una gran confusión y pensaron - ¿cómo puede él decir que ese corazón es más hermoso?

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando," dijo. "Compara su corazón con el mío... El mío es perfecto. 

En cambio el suyo es un conjunto de cicatrices y dolor." "Es cierto," dijo el individuo, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo.... Escucha, cada cicatriz representa una persona a la cual entregó todo su amor.

Arrancó porciones de su corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que ha amado. Muchos a su vez, le han obsequiado una parte del suyo, que colocó en el lugar que quedó abierto.

Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales se alegra, porque al poseerlos vibra con el amor que han compartido." "Hubo oportunidades, en las cuales entregó un trozo de su corazón a alguien, pero esa persona no le ofreció un poco del suyo a cambio. 

De ahí quedaron los huecos... Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas le producen al haber quedado abiertas, ellas hablan de la capacidad de amar de ese anciano, siempre esperanzado con el regreso de esos seres para que ocupen el vacío que han dejado en su corazón y logren así experimentar también ellos la alegría del Amor. " 

"¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?" 

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó una parte de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. 

El hombre senil lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó una porción del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. 

Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el intercambio de amor fluía en su interior. 

miércoles, 8 de marzo de 2017

El loco que vendía sabiduría

Huid siempre de los locos, es el mejor consejo que puedo daros. 

Abundan en la corte, y suelen gustar de ellos los príncipes, porque asestan sus tiros a los bribones y a los majaderos.

Iba gritando un loco por las calles y plazuelas que vendía sabiduría, y muchos crédulos corrían a comprarla.

Hacíales extrañas gesticulaciones, y después de sacarles el dinero, les obsequiaba con un tremendo bofetón y un bramante de dos brazas de largo. 

La mayor parte de los engañados se sulfuraba; pero, ¿de qué les servía? Quedaban burlados doblemente: lo mejor era tomarlo a risa o marcharse sin abrir la boca con el bramante y la bofetada. Buscar a aquello algún sentido hubiera sido hacerse silbar como solemnes mentecatos. 

¿Qué razón explica los actos de un loco? El azar es la causa de todo lo que pasa en una mollera trastornada. Pero, cavilando sobre el bofetón y el bramante, uno de los burlados fue a buscar a cierto doctor varón, que sin vacilar le contestó:

"El  hilo y la bofetada son preciosos jeroglíficos: toda persona de seso, debe mantenerse apartada de los locos la longitud de ese cordel. Y si no lo hace así,  se expone a atrapar algún moquete. No os engaño, el loco: vende sabiduría"

El problema

Cuentan que cierto día en un monasterio Zen-Budista, los monjes se encontraron con la muerte de uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un substituto.

El Gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela. 

El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, dijo:

- Asumirá el puesto el primer monje que resuelva el problema que voy a presentar.
Entonces, coloco una preciosa mesita de finas maderas en el centro de la enorme sala en que estaban reunidos, y encima de esta coloco un jarrón de porcelana con un diseño de exquisito gusto y refinamiento, con varias rosas amarillas de extraordinaria belleza en el. Y dijo así:

- ¡Aquí está el problema! –señalando directamente al precioso jarrón.
Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de extremo valor y belleza, con maravillosas flores en su interior.

¿Qué representaría? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma encerrado detrás de todo esto? ¿Dónde estaba el problema?

En ese instante, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y... ¡zas! Blandiendo la espada, destruyó todo de un solo golpe.

La escena fue impresionante.

Tan pronto el discípulo retorno a su lugar, el Gran Maestro dijo con voz contundente:

- Usted será el nuevo Guardián del monasterio.
Moraleja de la historia:

No importa cuál sea el problema. Ni que sea algo lindísimo. Si ves un problema, precisa ser eliminado. Un problema es un problema, y como tal, es un imperativo categórico eliminarlo.

No importa que se trate de una mujer sensacional y atractiva, o de un hombre maravilloso y seductor, o de un gran amor que se acabó.

Por más lindo que sea o haya sido, si ya no existe más sentido para el en tu vida, tiene que ser suprimido. Muchas personas cargan en su vida entera el peso de cosas que fueron importantes en el pasado y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus corazones y en sus mentes; espacio que es indispensable para recrear la vida.
Existe un proverbio chino que dice:

“Para que puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de té, es necesario primero tirar el té, y entonces poder servir y beber el vino”.

Limpia tu vida. Comienza con las gavetas y armarios, hasta llegar a las personas del pasado que no hacen más sentido en tu vida y que están ocupando un espacio en tu corazón.

Un espacio indispensable para ser ocupado por tu alegría de vivir.

¡Sacúdete y sube!

Se cuenta de cierto campesino que tenía una mula ya vieja. En un lamentable descuido, la mula cayó en un pozo que había en la finca. El campesino oyó los bramidos del animal, y corrió para ver lo que ocurría. 
Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo.

El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los en listó para que le ayudaran a enterrar la mula en el pozo para que no continuara sufriendo.

Al principio, la mula se puso histérica.

Pero a medida que el campesino y sus vecinos continuaban paleando tierra sobre sus lomos, una idea vino a su mente. A la mula se le ocurrió que cada vez que una pala de tierra cayera sobre sus lomos.

¡ELLA DEBÍA SACUDIRSE Y SUBIR SOBRE LA TIERRA! Esto hizo la mula palazo tras palazo.

¡Sacúdete y sube! ¡Sacúdete y sube! ¡Sacúdete y sube! Repetía la mula para alentarse a sí misma.

No importaba cuan dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre su lomo, o lo tormentoso de la situación, la mula luchó contra el pánico, y continuó SACUDIÉNDOSE Y SUBIENDO. A sus pies se fue elevando de nivel el piso. Los hombres sorprendidos captaron la estrategia de la mula, y eso los alentó a continuar paleando. Poco a poco se pudo llegar hasta el punto en que la mula cansada y abatida pudo salir de un brinco de las paredes de aquel pozo. 

La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición, todo por la manera en la que ella enfrentó la adversidad.

¡ASI ES LA VIDA!
Si enfrentamos nuestros problemas y respondemos positivamente, y rehusamos dar lugar al pánico, a la amargura y las lamentaciones de nuestra baja autoestima; las adversidades que vienen a nuestra vida a tratar de enterrarnos, nos darán el potencial para poder salir beneficiados y bendecidos.

Según el perro.

Se dice que en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.

Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentró en el cuarto y para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él les observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco, y los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él.

Cuando salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo:

- ¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero, a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir, y obviamente vio como los 1000 perritos le ladraron también a él.

Cuando este perrito salió del cuarto pensó:

- ¡Qué lugar tan horrible es este! ¡Nunca más volveré a entrar allí!

En la fachada de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:

"La casa de los 1000 espejos"...

¡Si cambió algo!

Un amigo nuestro iba caminando al atardecer por una playa desértica.

Mientras caminaba, divisó a otro hombre a lo lejos. Al acercarse, notó que el lugareño se agachaba constantemente, recogía algo y lo arrojaba al agua.

Una y otra vez lanzaba cosas al océano.

Cuando nuestro amigo se acercó más todavía, vio que el hombre recogía estrellas de mar que se habían clavado en la playa y una por vez, las iba devolviendo al agua.
Nuestro amigo se sintió confundido. Se acercó y dijo: -Buenas noches, amigo.

Me pregunto qué está haciendo.
-Devuelvo estas estrellas de mar al océano. Ve, en este momento, la marea está baja y todas estas estrellas quedaron en la costa. Si no las echo nuevamente al mar, se mueren aquí por falta de oxígeno.
-Ya entiendo- respondió mi amigo -pero ha de haber miles de estrellas de mar en esta playa. 

Es imposible agarrarlas a todas. Son demasiadas. Además, seguramente esto pasa en cientos de playas a lo largo de toda la costa. No se da cuenta que no cambia nada.

El lugareño sonrió, se agachó, levantó otra estrella de mar para arrojarla de nuevo al mar y respondió: - ¡Para ésta, sí cambió algo!