Una señora chocó con un extraño cuando caminaba.
“Disculpe Ud., le dijo y él la otra persona le contestó: “No, disculpe usted. No la miré cuando venía!
Ambos fueron muy amables.
Continuaron su camino y se dijeron adiós.
Pero al llegar a casa otra historia se desarrolló.
Esa misma tarde mientras la señora cocinaba, su hija se paró muy firme por un lado sin que ella se diera cuenta.
Cuando se dio la vuelta casi la tumbó. ¡Quítate de aquí porque me estorbas! - le gritó.
La niña se fue con su corazoncito destrozado.
Realmente la señora no se percató de lo fuerte que le gritó.
Por la noche cuando se acostó, escuchó una voz muy baja que le decía: ¡Cuando hablaste con un extraño, fuiste cortés, pero con la criatura que amas, te portaste grosera! ¡Mira en el piso de la cocina y encontrarás unas flores cerca de la puerta! ¡Esas flores las escogió tu hija especialmente para ti; la niña se acercó silenciosamente para no arruinar la sorpresa.
Pero tú ni te diste cuenta de las lágrimas en sus ojos!.
En ese momento, la señora se sintió el ser más insignificante y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
Lentamente, fue al cuarto de su hija y se arrodilló al borde de su cama y le dijo: ¡”Despierta cariño, despierta chiquilla”!, estas flores ¿Las escogiste para mí, mi amor?.
La niña sonrió y dijo: ¡”Las encontré cerca de un árbol y las recogí porque sabía que te gustarían, especialmente la azul.
¡Hija discúlpame por la forma en que te traté en la tarde; no debí gritarte de esa forma!.
La niña contestó: ¡Mamá, no te preocupes; te quiero de cualquier manera!
Tengamos en cuenta, cómo tratamos a los seres queridos sin importar sus edades.
Notemos que si nos morimos el día de mañana, en la empresa donde trabajamos nos pueden reemplazar fácilmente en un par de días: pero la familia que dejemos, siempre sentirán nuestra pérdida por el resto de sus vidas y jamás podrán reemplazarnos, y si lo pensamos un poco, invertimos más tiempo a nuestro trabajo que a nuestras familias.
Una inversión no muy atinada por cierto.
También recordemos que nuestros hijos, a pesar de ser niños o jóvenes merecen respeto y lo menos que pueden esperar de sus padres es AMOR Y PROTECCIÓN.
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