domingo, 3 de septiembre de 2017

El segundo traje

“Cierta vez un hombre visitó a su consejero y le relató su problema. – Soy un sastre. Con los años gané una excelente reputación por mi experiencia y alta calidad en mi trabajo. 

Todos los nobles de los alrededores me encargan sus trajes y los vestidos de sus esposas. Hace unos meses, recibí el encargo más importante de mi vida. 

El príncipe en persona escuchó de mí y me solicitó que le cosiera un ropaje con la seda más fina que es posible conseguir en el país. 

Puse los mejores materiales e hice mi mejor esfuerzo. Quería demostrar mi arte, y que este trabajo me abriera las puertas a una vida de éxito y opulencia. 

Pero cuando le presenté la prenda terminada, comenzó a gritar e insultarme:

– ¿Esto es lo mejor que puedes hacer?

¡Es una atrocidad! 

¿Quién te enseñó a coser? 

Me ordenó que me retirara y arrojó el traje tras de mí. 

¡Estoy arruinado! Todo mi capital estaba invertido en esa vestimenta, y peor aún, mi reputación ha sido totalmente destruida. 

¡Nadie volverá a encargarme una prenda luego de esto! ¡No entiendo qué sucedió, fue el mejor trabajo que hice en años! 

– Vuelve a tu negocio, dijo el sabio, descose cada una de las puntadas de la prenda y cóselas exactamente como lo habías hecho antes. 

Luego llévala al príncipe. – ¡Pero obtendré el mismo atuendo que tengo ahora!, protestó el sastre. 

Además mi estado de ánimo no es el de siempre. –Haz lo que te indico, y Dios te ayudará, dijo el hombre. Dos semanas después, el sastre retornó.

 – ¡Usted ha salvado mi vida! Cuando le presenté nuevamente el ropaje, el rostro del noble se iluminó: ¡Hermoso!, exclamó. ¡Este es el más hermoso y delicado traje que haya visto! 

Me pagó generosamente y prometió entregarme más trabajo y recomendarme a sus amigos. 

Pero, deseo saber ¿cuál era la diferencia entre la primera prenda y la segunda? 

–El primer traje, explicó el consejero, fue cosido con arrogancia y orgullo. 

El resultado fue una vestimenta espiritualmente repulsiva que, aunque técnicamente perfecta, carecía de gracia y belleza. 

Sin embargo, la segunda costura fue hecha con humildad y el corazón quebrado, transmitiendo una belleza esencial que provocaba admiración en cada uno que lo veía”. ¿Y usted cómo hace su trabajo profesional, familiar o personal, con arrogancia y orgullo, o con humildad en el corazón?


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