No hay sino dos sentimientos que pueda sentir un ser humano: amor y temor.
Generalmente se supone que hay innumerables clases de sentimiento, pero esto es una ilusión. Todo sentimiento, al ser analizado resulta ser uno de dos: amor o temor.
¿Qué es ira? Pues la ira no es otra cosa que temor disfrazado. En la química a menudo encontramos que una sustancia se presenta bajo apariencias totalmente diferentes; por ejemplo, el carbón negro es la misma cosa, químicamente, que el diamante, aunque parezcan tan distintos; se dice que ambos son formas alotrópicas de carbón.
De la misma manera, la ira, el odio, los celos, la crítica, el egoísmo, no son sino formas alotrópicas del temor.
El gozo, el interés, la satisfacción del éxito y del logro, la apreciación del arte, son formas alotrópicas del amor. La gran diferencia que hay entre ambos sentimientos es que el amor siempre es creador; y el temor siempre es destructivo. Un sentido del amor reconstruye el cuerpo, alarga la vida, da inspiración, expansión de los negocios, abre los caminos en un centenar de direcciones, y domina los obstáculos.
El temor destruye el cuerpo, mata la inspiración, paraliza los negocios, cubre todo con un velo de muerte. A nosotros nos toca decidir cuál de estos dos sentimientos ha de regir en nuestras vidas. “Dios es amor; y el que habita en el amor, habita en Dios y Dios habita en él”.
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