domingo, 3 de septiembre de 2017

¿Papá cuanto ganas?

La noche había caído ya. Sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos por no quedarse dormido; el motivo bien valía la pena: estaba esperando a su papá.

Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente, cuando se abrió la puerta; el niño se

incorporó como impulsado por un resorte, y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:

-Papi, ¿Cuánto ganas por hora? –dijo con ojos muy abiertos.

El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:

-Mira hijo, eso ni siquiera tu madre lo sabe, no me molestes y vuelve a dormir, que ya es muy tarde.

-Si papi, sólo dime, ¿Cuánto te pagan por una hora de trabajo? –reiteró suplicante el niño.

Contrariado, el padre apenas abrió la boca para decir:

-Ochocientos pesos.

-Papi, ¿Me podrías prestar cuatrocientos pesos? –preguntó el pequeño.

El padre se enfureció, tomó al pequeño del brazo y en tono brusco le dijo:

-Así es que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?. Vete a dormir y no sigas fastidiando, muchacho….

El niño se alejó tímidamente y el padre, al meditar lo sucedido, comenzó a sentirse culpable: “Tal vez necesita algo”, pensó, y queriendo descargar su conciencia se asomó al cuarto de su hijo y con voz suave le preguntó:

-¿Duermes hijo?

-Dime papi, respondió él entre sueños.

-Aquí tienes el dinero que me pediste.

-Gracias papi –susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada, de donde sacó unos billetes arrugados-. ¡Ya completé! –gritó jubiloso-.

Tengo, ochocientos pesos…, ahora papá:

¿ME PODRÍAS VENDER UNA HORA DE TU TIEMPO?


La felicidad  es un trayecto, no un destino.

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.

Entonces nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos felices cuando lo sean. Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
       
Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor auto o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados…

La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que AHORA. ¿Si no es ahora?  ¡Cuando? Tu vida siempre estará llena de retos. Es mejor admitirlos y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases favorita es de Souza, dijo: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. 

Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar, entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida.

Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad. La felicidad es el camino. Así que atesora cada momento que tienes, y atesorarlo más cuando lo compartiste con “alguien especial”, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie…

Así que deja de esperar hasta que termines la escuela, hasta que vuelvas a la escuela, hasta que bajes 10 kilos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, hasta el verano, o hasta que mueras, para decidir que no hay mejor momento que este para ser feliz…

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